La estructura social en la cual vivimos y nos desarrollamos, esta “atornillada” por normas que establecen – o al menos lo pretenden-, un funcionamiento que permita a todos los ciudadanos poder movilizarnos en el espectro público, sin tener que afectar los movimientos de otros ciudadanos. Esto se logra aplicando la razón lógica, el apego a las normas y con valores como la solidaridad y el respeto.
Esta situación de equilibrio, se vio amenazada el pasado viernes en nuestra localidad, a partir de una reunión social que se generó con motivo de poder celebrar el paso de una joven de la formación universitaria a la profesionalidad. Si bien este tipo de celebraciones nos son comunes en otro marco de convivencia social, en este caso –con una pandemia sobre nuestras cabezas y ya en nuestros cuerpos-, resultó preocupante y diría de mal gusto, en relación a que se quebrantó una normativa de orden nacional, se desoyó un comunicado difundido horas antes por el Gobierno local y sobre todas las cosas se dejaron de lado el respeto y la solidaridad, sin pensar el sacrificio enorme que muchos sectores vienen haciendo desde la hora cero de la cuarentena, que no deja de roer la estructura social en la que estamos inmersos.
Las redes sociales explotaron con cientos de expresiones muy contradictorias, a medida que iban apareciendo fotos y algún que otro video de la celebración de jóvenes y adultos – con paseo incluido por las arterias céntricas de la ciudad-. Por tal motivo desde la Policía Comunal se informó que dicha celebración en una vivienda terminó con una denuncia y se labró una contravención por infracción al DNU de Nación.
Más allá de los pasos que establece la ley, ante la realización de fiestas clandestinas, esta situación desató una catarata de mensajes en cuestión de minutos, rechazando lo sucedido y solicitando los más diversos castigos para la familia involucrada.
Pasada la tormenta, seguramente el tema estará siendo analizado por las autoridades de salud, en relación a qué medida preventiva se pueda tomar desde lo sanitario, para el conjunto de personas que fueron parte del festejo.
Finalmente, cabe preguntarse, en esta ciudad, donde también hay pobres corazones, si la actitud inconsciente de un grupo de ciudadanos que podemos llegar a cruzar todos los días, nos puede fortalecer o debilitar, en esta lucha para mantener la pandemia en los cauces que se han propuesto las autoridades de Salud, con un trabajo que es día por día, y que demanda el mayor esfuerzo de cada agente sanitario. Hoy llueve en la ciudad de los pobres corazones, será el lamento de quienes infringieron una normativa o la rabia de una comunidad.